
Año 2002. Terminal de ómnibus de Rosario. Conversación con mi novia de ese momento. Su "señora" madre, a dos asientos de distancia de donde estábamos.
Novia: ¿Así que te fue bien en el final?
Yo: Sí; fue complicado, pero finalmente aprobé.
Novia: Qué bien...
Yo: Sí... Si sigo así, llego a terminar con promedio 8...
Novia: Qué bueno...
Suegra del Orto (con tono mala leche): No, no... no le digas eso, hija, que así no lo estás ayudando... Vos tenés que decirle que él tiene que apuntar a un 10, que es la única nota que vale...
Yo: O_o
Novia (boluda): Bueno, pero...
Yo (caliente, pero tragándome la bronca): No, está bien... tiene razón tu mamá.
Realmente no me dio para decirle algo como "
claro, señora, usted tiene razón... en la vida lo importante es el promedio académico, a pesar de que hay delincuentes con promedio 10, genios con promedios mediocres y que su hija casi se enferma por la presión que usted le metió para que tenga promedio 10, ¿no?". Pero sólo atiné a callarme. Hoy creo que se lo diría, de una manera u otra.
La misma "señora" era la que cuando "la nena" salía conmigo a la tarde, la llamaba cada media hora a ver si estaba bien.
Digo ahora lo que en se momento no pude:
¡¡¡VÁYASE A LA MIERDA, SEÑORA!!!